The Curse of Audrey Earnshaw [Reseña]
The Curse of Audrey Earnshaw es una película que combina la brujería, la magia negra y la posesión para brindarnos una historia escalofriante en un pueblo remoto sumido en una situación terrible.
Dirigida y escrita por Thomas Robert Lee, The Curse of Audrey Earnshaw tiene como escenario un pueblo irlandés completamente aislado del mundo y de todo avance científico. En el otoño de 1973, las cosas se ponen bastante difíciles para ellos debido a los estragos de peste que ha envenenado el suelo y enfermado al ganado. Todos a excepción de Agatha Earnshaw (Catherine Walker), cuya granja es próspera. De ella, se dice que tuvo una hija en una noche de eclipse. Sin embargo, nadie la ha visto, pues la ha mantenido oculta durante diecisiete años.
El ambiente, muy similar al de La Bruja de Robert Eggers, es oscuro y pesado. Transmite la pesadumbre de la gente. Siguen con sus creencias y costumbres antiguas, a pesar de las condiciones. Como la única granja que no tiene problemas es la de Agatha, ellos están en su contra. Pronto vemos lo que ella esconde, a su hija Audrey. Presenciamos un ritual bastante oscuro y bien logrado que nos adentra en la oscuridad de la historia.
Audrey se da cuenta de su poder y de lo que quisiera hacer con él. Es ahí cuando todo en el pueblo empeora para sus habitantes. Con un ritmo lento, cada suceso es más escalofriante que el anterior. Distintas personas comienzan a pagar por sus errores, según Audrey, de la manera más terrible. El suicidio, la locura, la muerte y las posesiones diabólicas se filtran en las casas. Al final, conocemos el precio de estos pactos.
The Curse of Audrey Earnshaw es una buena película sobre brujas y maldiciones. Nos envuelve con un ambiente oscuro y siniestro, se va torciendo más a cada minuto.
