Gashadokuro: Los esqueletos gigantes de Japón

En el folclor japonés existen unas figuras gigantes compuestas de huesos que asustan a quienes andan solos por la carretera, estos son los Gashadokuro, palabra que significa “esqueleto gigante”.

En las horas más oscuras de la noche, los Gashadokuro acechan las carreteras en los parajes más tenebrosos. Sus dientes castañean al igual que todos sus huesos con el sonido descrito como “gachi gachi”. Aunque no siempre son ruidosos, pueden ser sigilosos cuando van detrás de un humano que se encuentra solo por los caminos. Los Gashadokuro se mueven cautelosamente para atrapar a sus víctimas, aplastándolos con sus manos gigantes o mordiéndoles la cabeza.

Las primeras apariciones de los Gashadokuro dentro de las leyendas contadas por los japoneses se remontan a 1,000 años atrás aproximadamente. La rebelión contra el gobierno liderada por Taira no Masakado, un samurai, lo llevó a la muerte. Su hija, Takiyasha hime era una hechicera famosa que continuó con su causa. Utilizando su magia negra, evocó a un esqueleto gigante hecho con los cadáveres de los soldados caídos para atacar la ciudad de Kyoto. De ahí nace la famosa ilustración hecha por Utagawa Kuniyoshi.

Gashadokuro
Takiyasha the witch and the skeleton spectre (1844)

Además de esa historia, existen otras que cuentan los orígenes de los Gashadokuro. Por ejemplo, los soldados que mueren en los campos y las víctimas de hambruna no reciben un funeral adecuado. Estas almas se quedan en nuestro plano, ya que no pueden pasar al siguiente. Como es natural, estas personas mueren con odio y sufrimiento en su interior. Esa energía permanece más allá de la descomposición de sus cuerpos y se convierte en odio contra los vivos, transformándolos en una fuerza sobrenatural.

Cuando cientos de víctimas se juntan en una sola masa, sus huesos forman un esqueleto gigante, los Gashadokuro. Al ser enormes, quince veces más grandes que una persona normal, son muy difíciles de matar, por lo que permanecen ahí hasta que su energía se desgasta. También tienen la habilidad de hacerse invisibles. Los amuletos shinto los mantienen lejos, pero no los mata.

Son uno de los yokai más populares en Japón. Si vas solo en un lugar aislado y escuchas el castañeo de huesos, podría ser un Gashadokuro.

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